Muchos
de los periodistas estadounidenses que intentaban informar sobre la realidad
y el apogeo de la injusticia,
proyectaban introspectivamente la frase de Edward R. Murrow al final de cada
emisión: ‘Good night, and good luck’ desde
una perspectiva algo distinta a la de la mayoría de los televidentes:
Un
‘Buenas noches’ esperando a que el
día siguiente no hubiesen sido denunciados por los ‘cazadores de brujas’ de McCarthy o simplemente invitados a abandonar
su puesto de trabajo. Un ‘Buena suerte’ porque
el futuro era incierto, y suerte, era uno de los factores que había que tener
para pasar desapercibido en un mar de caos en el que podrías salir entre
elogios dependiendo del medio, o ser criticado hasta hundir tu carrera. Clooney
no olvida sus orígenes, nos presenta un film en el que aparece una CBS sumida
en el dilema de la objetividad y la censura. El dilema de la integridad
periodística, del criterio a la hora de informar. El dilema de si caer en las
garras del halcón de la publicidad se considera periodismo de rigor. Se intenta
poner precio a la libertad de expresión y no se consigue, o al menos, no
totalmente.
Un
buen pulso con la cámara, guión, jazz y nicotina, hacen de esta película una
buena oda a la reflexión, la invitación perfecta para describir los entresijos
de la presión que ejerce la maquinaria política, con unos engranajes estudiados
meticulosamente. En la que las réplicas y las contrarréplicas constituyen el
pilar base de la trama. Una trama que también exalta de manera semejante a la
realidad la figura de Murrow en su confrontación con McCarthy por sus métodos
falsarios, alarmistas, basados en medias verdades, acusaciones de testigos sin
identificar, condenas de personas por sus hipotéticos y nunca comprobados
ideales, la vejación de la libertad de expresión y de pensamiento, la
infracción de las garantías constitucionales de los ciudadanos y otras
extravagancias impropias de un país apodado por sí mismo como “La tierra de la libertad y las
oportunidades”. Libertad: la que
te permitía el Comité de Actividades Antiestadounidenses. Oportunidades: no demasiadas teniendo en cuenta que la
subjetividad estaba comprada y su dueño no tenía pensado desprenderse de ella
tan fácilmente.
El tiro a Clooney le acaba saliendo bastante bien en
una guerra desatada por el mismo arsenal de siempre. Intenta denunciar una
guerra ocurrida bajo tiempos pasados, pero
no alejados de los tiempos
actuales. Una guerra que se sigue librando y
que no ha cambiado en absoluto.



