viernes, 2 de diciembre de 2011

El demonio también viste de Armani

El discurso del Rey se vio eclipsado por otro tipo de discurso en aquella gala de los Óscar, en la que Charles Ferguson, al recoger la estatuilla al mejor documental por Inside Job, comenzó con un: “Perdonen, pero tengo que empezar recordando que tres años después de una horrible crisis financiera causada por fraude masivo, ni un solo ejecutivo financiero ha ido a la cárcel. Y eso está mal.” Este documental no nos habla sólo del quién ni del cómo, también nos explica como debido a la desastrosa toma de decisiones de unos pocos, una estupidez desmedida ha ayudado a provocar la desgracia de millones de personas. 

Se nos presenta el caso de Islandia: un país que entorno al 2005 aparecía como una utopía en la que se reunían las condiciones de un nivel de vida alto, modernidad, medio ambiente y apuesta por las energías renovables, y en tan solo seis meses el capitalismo más salvaje, junto con una pancarta de " progeso y calidad de vida", dejan al país arruinado por la especulación. La crisis de la avaricia comienza en este punto. Tres años más tarde a este incidente, en el mismo lugar en el que, en aquel famoso Jueves Negro decenas de ejecutivos se planteaban el suicidio, Wall Street se había convertido en una casa de apuestas con forma de especulación.

El problema no radica en la escasa moralidad de los financieros, banqueros, o altos ejecutivos, sino en la pasividad de los gobiernos a la hora de permitir esta jungla. Desde Reagan hasta la administración Bush se dio 'luz verde' a una serie de aperturas neoliberales que habían sido prohibidas tras el 'crac del 29' y que han permitido a los bancos la especulación con las acciones de los clientes, las fusiones y  la escasa regulación de los derivados. Podemos decir que el huevo de la serpiente nace por una palabra: desregulación. Comienza a gestarse la gran burbuja especulativa, y observamos con impotencia casos como el de el grupo de inversión americano 'Goldman Sachs', que vendieron CDOs tóxicas ( activos de garantía), afirmando que eran inversores de gran calidad. La impotencia también deben sentirla los realizadores de este tipo de documentales que, aportando innumerables pruebas, no consiguen que alguien les tome en serio, aunque que podemos esperar si 'se negó a ser entrevistado para esta película’ es la frase predomínate de todo el documental. Lo peor de todo es que la solución están en las mismas manos de los que produjeron el problema, aquellas personas que durante las entrevistas o ante el jurado no paraban de tartamudear emitiendo eufemismos. En todo este circo de tragedia, en este juego de especulación en el que la "mano invisible" del señor Smith se ha convertido en la "mano camuflada" de la avaricia, aparece un 'Yes we can' que anuncia medidas en un inestable binomio de inversión / extorsión . No creo que sea necesario comentar a dónde fueron a parar las medidas de este gobierno de Wall Street. 

Inside Job nos explica una crisis que dista mucho de solucionarse, de cómo el poder ha ido reptando hasta rincones a los que antes no tenía acceso, es cierto que Ferguson no profundiza lo suficiente al respecto, y lo plantea desde una perspectiva localista en un mundo globalizado. Seguro que Europa o China no se quedan atrás en este casino de fraude y especulación. Un casino en el que se crea un arsenal de terror con el objetivo de producir falsas ilusiones. Un casino en el que desde hace algunas décadas, banqueros, especuladores y políticos han sellado una alianza de sangre para salir beneficiosos.

Sin duda la mejor película de terror de la década, tan solo cabe esperar que no  sea necesaria una secuela.